martes, 9 de octubre de 2007

Apuntes sobre el Modernismo Catalán



Estela de la charla en el Centro Cultural Borges de la ciudad de Buenos Aires, postergada sin fecha, es este escrito que el arq. Juan Diego Martínez, bastión del cuerpo docente del curso de Historia 3 en la cátedra Brandariz, ha elaborado para la presentación de la obra de Domenech i Montaner en su contexto. Esperamos nuestros amigos catalanes consideren estas palabras ajustadas a la visión interna de su propia historia.

"Usualmente se confunde al modernismo con la versión catalana del Art Nouveau. Esta afirmación parte del desconocimiento general de la historia de Cataluña. Tras la guerra de sucesión española (1702-1714) y la posterior restauración Borbónica (1875), la región que alguna vez supo ser una rica nación medieval, vislumbró la posibilidad de recuperar cierta autonomía frente a la decadencia de la corona castellana. El comercio marítimo, el crecimiento demográfico por años estancado, y la creciente industrialización de la región, fueron los orígenes de una nueva sociedad burguesa que necesitaba para si una nueva imagen. Desde todos los aspectos de la cultura se reivindicó el “ser nacional”, y esto hace al modernismo diferente, de por ejemplo, los Arts and Crafts. Mientras el movimiento inglés atacaba la base social de la industrialización en su cruzada por recuperar el trabajo del artesanado; en Cataluña, la recuperación del artesanado local y su incorporación en la industria pasaba a ser necesario para encontrar una imagen moderna y nacional. En esta búsqueda existirán posiciones contradictorias, pero todas unidas en el mismo espíritu de recuperación. Esta característica le otorga al modernismo una complejidad estilística e ideológica en la que conviven personajes tan diferentes como Doménech y Gaudí. Doménech se recibe de arquitecto en 1873 en una generación entre los que se destaca Joseph Vilaseca. Aún el término “modernismo” no se utiliza para referirse a la arquitectura, sino que hace referencia al espíritu progresista y de renovación de las artes y la literatura catalana. Junto a Vilaseca comenzará la búsqueda de una arquitectura despegada del repertorio formal clásico, para indagar en las tradiciones constructivas locales y en la coherencia entre forma construida y estructura, tal como Viollet le duc afirmaba. Esto se hace realidad en su primer concurso, el de las Instituciones provinciales de instrucción pública. El proyecto ganador representa una ruptura con los estilos históricos y una cierta integración a las corrientes modernas europeas. El hecho más significativo es la utilización de elementos de la ingeniería, relegados hasta el momento, buscando darles expresión arquitectónica, y la búsqueda de explicarlo todo racionalmente, rompiendo cualquier concesión con los estilos arquitectónicos clásicos. Doménech se incorpora en 1875 como profesor a la Escuela de Arquitectura de Barcelona, desde allí su director, Ellies Rogent, resucitó todo el patrimonio medieval catalán. Rogent era un ferviente neomedievalista y opositor del clasicismo, impuso como texto de la escuela obligatorio el “Dictionnaire” de Viollet le Duc. Posteriormente, en 1878, Ll. Doménech i Montaner publica en “La Renaixença” el artículo “Hacia una arquitectura nacional“ síntesis de su posición teórica y de su búsqueda arquitectónica. En él se pregunta como puede arribarse a una arquitectura “…moderna y nacional” según sus propias palabras, sin caer en estereotipos clásicos y poco adecuados a un mundo industrial. Doménech ve críticamente que en este nuevo mundo globalizado a través del conocimiento y el comercio, las diferencias regionales sean cada vez más sutiles. Este pensamiento no indica que su postura sea de indiferencia al resto de Europa, muy por el contrario, la arquitectura catalana busca no solo despegarse de lo clásico sino de toda influencia de las escuelas castellanas, para dar paso a un ideal internacional de “…honestidad constructiva y voluntad racionalista.” donde cada región aporte el valor de adaptación humana y geográfica. En ocasión de la exposición Universal de 1888, Doménech tendrá dos encargos importantes, el Hotel Internacional, donde se puede ver lo que la racionalización y la técnica puede hacer en cuanto a tiempos de ejecución (fue levantado en 63 días). Y el Café-Restaurant, en este edificio toda la estructura es de ladrillo y hierro y son solo estos elementos los que componen las fachadas. Los muros son tratados como planos, prefigurando las búsquedas estilísticas de De Stijl, y el conjunto es gral, anticipa en 15 años lo logrado por Berlage en Amsterdam. Podemos tranquilamente ver la descripción que hace Bruno Zevi de la Bolsa de Ámsterdam para ver cuanto se ajusta esta descripción al edificio del Café Restaurant: “...además de la esterilización decorativa y de la severa utilización del ladrillo, que antes corresponden a la sinceridad del lenguaje arquitectónico que a la historia del arte (…) encontramos en él arcos, pilastras y capiteles, todos los elementos tradicionales, pero con un vuelo y relieve limitados, casi guillotinados a ras de las paredes.” Similar importancia tiene la sede del Orfeó Català, El Palau de la Música (1905-1908). Esta obra, una de las más significativas del artista, puede verse como la síntesis de los postulados Domenechianos. La racionalidad de la estructura metálica, la consecuente transparencia y fluidez espacial lograda a través del uso del vidrio y la compleja estética lograda gracias al aporte de los diversos artesanos y artistas, hacen de esta obra, un conjunto muy logrado de lo que podía hacerse en Cataluña, si se sumaban en una causa nacional, a todos los actores de la cultura y la sociedad catalana. Este momento es el punto álgido del estilo floral de Doménech. Debemos entender este proceso de estilización como una búsqueda de síntesis y reelaboración de los elementos heredados del clasicismo. Estos ejercicios irán dejando paso a una geometrización ornamental más lineal que volumétrica y muy similar al que alcanzará la Secesión Vienesa. (casa Fuster de 1908). Es evidente que lo ocurrido en Cataluña, es un eco de lo que se viene gestando a partir de la gran exposición de 1851 en Londres, donde se pudo ver la pobreza de los productos de la industria, como consecuencia del alejamiento de los artistas del proceso de producción. La diferencia radica en que el movimiento de Arts and crafts, ataca las consecuencias sociales y de diseño del tema, mientras que en Cataluña es un problema de identidad cultural y política, el encontrar una estética acorde. Problema que puede resolverse mediante la articulación de las artes y la industria. En esto, Doménech fue un verdadero catalizador de intenciones, hizo mucho por transformar a los viejos artesanos en diseñadores industriales, montando su taller en el edificio del ex Café-Restaurant de la exposición. Allí se aglutinaron distintos artesanos locales, de cerámica, fundición, tallas, repujados, vitrales, etc., con la intención de recuperar los viejos oficios e incorporar los procesos de la industria a los mismos. El hecho de que la conciencia social de los Arts and crafts y el comienzo de las búsquedas estéticas del Art Nouveau, se dieran simultáneamente en Cataluña, liberó a los artesanos de una excesiva nostalgia por el pasado, permitiéndoles incorporarse fácilmente la revolución industrial. De la dupla Doménech - Gaudí podemos decir que es Gaudí a quien se han dedicado más páginas en la historia, debido quizás a su fuerte personalidad y la gran cantidad de seguidores que tuvo en vida. Muchos autores lo ven como un genio aislado e independiente. Por su parte Doménech supo ser un precursor a su tiempo, quizás por estar en esa incómoda posición entre un tiempo anterior y uno nuevo, no ha sido estudiado en la profundidad que merece. A Doménech se lo desvaloró por mucho tiempo por la epidermis de su obra, y no se le dio importancia al concepto arquitectónico fundamental que estaba por detrás, concepto que sería ya en el siglo 20, el puntapié inicial del movimiento moderno. A Gaudí se lo interpretó muchas veces en la historia como un eximio constructor-racionalista, con una imaginación sin igual. Lo cierto es que en Gaudí, las preocupaciones técnicas no eran un tema en si, si no una herramienta más de expresión formal. Sin embargo ambos poseen cosas en común, uno y otro buscan eliminar los espacios estancos difuminando los límites, esto los hace precursores de los modernos. Podemos verlo en la transparencia del Palau de la Música y en la sucesión de espacios de diferentes calidades de la casa Batlló, ambas de 1905. Gaudí clausuró una época, la de la construcción maciza, pétrea, cuando en el mundo ya se perfilaban las nuevas de las estructuras metálicas. En cierto sentido se anticipó a un material pétreo de extraordinarias posibilidades plásticas como el hormigón armado. A Gaudí no le preocupaba la racionalidad ni las posibilidades formal-espaciales de las nuevas técnicas como si le importaban a Doménech i Montaner. Él buscaba otras cosas, y por eso lo recordamos tanto. Cuando recibe el encargo de la Sagrada Familia, Gaudí se entrega a su gran obra de por vida, ahí podrá experimentar las posibilidades formales extremas de la piedra, y el concepto espacio-estructura, que viene probando ya en la capilla de la Colonia Güell en Sta. Coloma. Para 1926, año en que muere, el movimiento moderno ya esta bien avanzado, Le Corbusier y el pabellón del Espirit Nouveau, Gropius, Meyer y la fabrica Fagus y Oud haciendo las primeras casas racionales y populares en Rótterdam. ¿Que se puede decir de estos dos maestros que no este dicho entonces?, quizás se pueda decir mas de Gaudi por lo antes expuesto, pero lo real es que ambos son piezas fundamentales para entender las dos líneas de pensamiento arquitectónico que van a aparecer durante la primera mitad del siglo 20. La editorial Montaner i Simon (1881-85) y la casa Vicens (1878-80) de Antoní Gaudí, marcan dos líneas bien diferentes en la evolución."
“…dentro de la común raíz historicista, la obra Gaudíana lleva en germen una línea expresionista, mientras que la Domenechiana inicia el camino al racionalismo.”

Arq. Juan Diego Martínez
Historia 3, Cátedra Brandariz, FADU, UBA
Prof. Adjunto arq. Martín Lisnovsky
Las imágenes fueron tomadas de la Web y podrían tener derechos

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me alegra que esten de a poco publicando los escritos de la gente de la cátedra. Muy buena Idea, son gente valiosa!!

Anónimo dijo...

Juan, que orgullo y admiracion que tengo por vos!!!
Me encanto la nota, muy interesante, y ademas tan bien escrita y descriptiva.
Muchas felicitaciones por esta publicacion, y las que sin duda, vendran!
Un beso Nina

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