

Continuamos con la serie de reflexiones motivadas por la tienda de Apple en Nueva York.
Toda conciencia sobre el conjunto de caminos y conceptos que cada momento ha desarrollado como adecuado para la arquitectura, termina esculpiendo un ideal, un sueño donde todas las ansiedades se encuentren domadas. La perfección geométrica y su síntesis en el Panteón y en la Capilla Pazzi, la elipse manierista de San Carlino, la moderna-vernacular y expresiva Ronchamp. La Naturaleza y las Superestructuras han participado también de estos caminos en décadas recientes.
¿Cuál pertenece a nuestro momento? Vemos que hay flujos dinámicos y planos desdoblados por computadoras, que se confunden los límites materiales y físicos. Dentro de algunos de éstos paradigmas reconocemos dos que convergen en la Gran Manzana. El Cubo de Vidrio y la Gota de Mercurio.
El primero -como decía nuestro amigo Le Corbusier-, es muy difícil de alcanzar pero trae satisfacción al espíritu y lo vimos en el artículo pasado. El segundo es quizás la síntesis de buena parte de lo que se intenta producir: lo amorfo, lo complejo, lo irregular domado por la PC, la dinámica aplicada a la forma, la piel pulida y reflejante, la expresividad, la originalidad, la osadía caprichosa, la intriga en cómo será cuando la entendamos...igual provocación que la elipse manierista y la capilla vernácula, pensada para mentes acostumbradas a la complejidad propia de nuestra época.
Editado por el arq. Martín Lisnovsky







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