sábado, 6 de diciembre de 2008

La Historia de la Pintura gana un Nuevo Peldaño en el final de Wall-e


Una nueva batalla se libra en el mundo del arte digital. Parece una cuestión de Honor entre los mejores representantes de la técnica más sofisticada. En el espacio comprendido entre el final de la película y el comienzo de la descripción del equipo técnico, todas las películas de animación digital se esmeran por destacarse por la originalidad o por el nivel artístico. Desde el sorprendente arte alcanzado en “Los Increíbles”, dirigida por Brad Bird y respaldada por Pixar, no ha habido una producción de primer nivel (el denominado triple A) que no quiera destacarse en este nuevo segmento.

Hoy es momento de comentar el final de “Wall-E”, quizás la producción digital con mayores desafíos técnicos desde la locura hace casi diez años de utilizar el sistema de lienzo profundo implementado en “Tarzán”. Claramente Wall-E busca ir por el máximo Oscar, desprendiéndose del área infantil dominado usualmente por el equipo de Lasseter. Lo gane o no, la apuesta nada comercial dignifica y mucho el excelente trabajo realizado.
El final de la historia sucede cuando la humanidad vuelve al Planeta Tierra. Una segunda colonización, esta vez con la ayuda de los robots. La narración se corta y se aprovecha de este nuevo espacio para contar en imágenes –acompañadas por la música del prócer Peter Gabriel- destellos del proceso de una nueva vida. Cada una de las imágenes representa también la historia de la pintura. Es así que comienzan con el arte rupestre de las cuevas de Altamira, pasando por el arte micénico, egipcio, romano, paleocristiano, oriental, medieval, trazos del renacimiento y analogías con Turner, Seurat y Van Gogh. Claro que sorprende ver en estos "estilos" las representaciones con naves espaciales, robots y autopistas entremezcladas.
Una joyita que no ha sido mencionada especialmente por ningún crítico de cine.
Pero hay algo más. Cuando la secuencia termina, se representan dos imágenes titilando –como el corazón digital de mis teóricas iniciales- que se transforman en Wall-e y Eva, pero dibujados sencillos y pixelados, rindiendo homenaje a la primera generación gráfica digital que logró divertirnos y comunicarnos con pocos recursos. Fue la generación que los de treinta y pico recordarán con el Space Invaders, el Pac-Man, Tetris, Pole Position, Frogger y demás videojuegos. Esto permite una nueva lectura, elevando a la categoría de arte a estas expresiones pocas veces consideradas como tales. Creo que se hace un justo reconocimiento, ayudado por la moda actual que –vía celulares- los trae nuevamente a la vida. Es la génesis de todo lo que hoy percibimos en Internet, y de una nueva manera de comunicarnos y de representar nuestras ideas. Como soñaban los artistas del cambio de siglo.

Aplausos de Pie para este hallazgo, que logra cerrar el ciclo del tremendo esfuerzo, de un nivel nunca antes visto, alcanzado por los animadores. Un auto-homenaje digno de quien comprende que ha colaborado en un nuevo peldaño de la historia del arte. No se lo pierdan.


Editado por el arq. Martín Lisnovsky

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La Historieta necesito de un Liechtenstein desafiando a la pintura cara a cara..que necesitará el arte digital? un mosaico gigante que represente una pantallo del Pacman?

Anónimo dijo...

Bueno, Wall-e no es un robot del siglo XXI, es claramente la imagen del robot de los 80, una mezcla de Cortocircuito y ET. Y Eva es el sueño que hoy tenemos de los robots futuros. Toda la pelicula parece reflexionar sobre los robots a pulmon y los de energía nuclear o vegetal!!

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