jueves, 2 de abril de 2009

Para los que Nos Invitan a Transformar Nuestra Cultura, Desafiando la Inercia


Agosto de 2001. Los Colonizadores
Los Hombres de la Tierra llegaron a Marte. Llegaron porque tenían miedo o porque no lo tenían, porque eran felices o desdichados, porque se sentían como los Peregrinos, o porque no se sentían como los Peregrinos. Cada uno de ellos tenía una razón diferente. Dejaban mujeres odiosas, trabajos odiosos o ciudades odiosas; venían para encontrar algo. Venían con sueños ridículos, con sueños nobles o sin sueños. El dedo del gobierno indicaba desde carteles de cuatro colores, en innumerables ciudades: HAY TRABAJO PARA USTED EN EL CIELO. ¡VISITE MARTE! Y los hombres se lanzaban al espacio. Al principio sólo unos pocos, unas docenas, porque casi todos se sentían enfermos aún antes que el cohete dejara la Tierra. Enfermaban de soledad, porque cuando uno ve que su casa se reduce al tamaño de un puño, de una nuez, de una cabeza de alfiler, y luego desaparece detrás de una estela de fuego, uno siente que no ha nacido nunca, que no hay ciudades, que no está en ninguna parte, y sólo hay espacio alrededor, sin nada familiar, sólo hombres extraños. Y cuando los Estados de Illinois, Iowa, Missouri o Montana desaparecen en un mar de nubes, y más aún, cuando los Estados Unidos son sólo una isla envuelta en nieblas y todo el planeta parece una pelota embarrada lanzada a lo lejos, entonces uno se siente verdaderamente solo, errando por las llanuras del espacio, en busca de un mundo que es imposible imaginar.
No era raro, por lo tanto, que lo primeros emigrantes fueran pocos. Su número creció constantemente hasta superar a los hombres que ya se encontraban en Marte. Los números eran alentadores. Pero los primeros solitarios no tuvieron ese consuelo.
Capítulo del libro de Ray Bradbury "Crónicas Marcianas"
Buenos Aires. Primera Edicion, agosto 1955. Editorial Minotauro Título original: THE MARTIAN CHRONICLES. Ray Bradbury, 1946

Dedicado a la Memoria del Presidente Dr. Raúl Ricardo Alfonsín (1927-2009)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un viejo libro que hoy se transforma en una Bella Metáfora

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