jueves, 27 de septiembre de 2007

Pablo Picasso y nuestro amigo monocromático Norman Foster


Uno obtiene, disponiendo del tiempo necesario, una explosión de magia creativa, infinita en colores y formas, si se encuentra con la obra de Pablo Picasso generada en las primeras cuatro décadas del siglo XX, en el período que va desde “Les demoiselles d'Avignon” de 1907 hasta algunos pasos posteriores al “Guernica” de 1937. Único en su inspiración constante, abrió puertas, ventanas y grifos sin perder jamás la identidad de su trazo. Único. En 1912, cuando el cubismo se encerró en una serie de complejidades abstractas y geométricas, de tonos parcos, fueron los materiales naturales y los colores los que aclararon y reencausaron su obra. Si bien los colores no alcanzaron la pirotecnia post-impresionista, fueron mejor acompañados por sutiles relaciones morfológicas.
Norman Foster proyecta y construye obras singulares desde hace 4 décadas. Al crear en el espacio, los materiales, la geometría y los sistemas constructivos ofrecen abanicos infinitamente más amplios que en el plano de la pintura. Ese tono neutro que se desplaza entre el gris del hormigón y el reflejo del metal domina su obra. Es como si el abstracto blanco monopólico de la década del veinte se perdiera en la neblina londinense. La pequeña diferencia es que el tono monocromático es el tono real de los materiales, a veces en el mismo carácter de terminación que la pintura. Pocas excepciones, pero las hubo. ¿Qué habrá pasado por su alma cuando observó el estruendoso amarillo en la expresiva estructura del Centro de Distribución Renault en Swindon? ¿Es que acaso no le rozó ninguna fibra íntima?. Osados parecen los blancos y los tonos circunstanciales de los vidrios en sus fachadas. La expansión del estudio, una multinacional con calidad artesanal que sigue ganando concursos es sorprendente. Un edificio suyo se vende como un Porsche, aunque a usted no le caiga simpático. Una máquina de generar proyectos distinguidos, ya casi no hay lugar en el globo donde Foster no planee una conquista. Con semejante cantidad de obras, su estudio retoma casi todos los temas planteados en la arquitectura en el último siglo como punto de partida. Los grupos paralelos de diseño son independientes..¿es que acaso la geometría no deja expandir el color? En sus corbatas suele utilizar más colores que en sus obras. Cuando apareció triunfante el proyecto para remodelar el Camp Nou en Barcelona, con ese disfraz de pájaro latinoamericano que intenta parecerse al mítico dragón de las terrazas de Gaudí, respiré aliviado…¡utilizó tres colores! Y no es la primera vez en estos años.... ¡Vamos amigo Norman, que los colores no muerden!
Las imágenes del collage fueron tomadas de la Web y podrían tener derechos.
Editado por el arq. Martín Lisnovsky

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Es increíble, nunca me había dado cuenta......algún verde en los setenta..pero recién ahora aparecen con fuerza los colores...eso si, en las presentaciones siempre estuvieron.

Anónimo dijo...

Monocromatico es Meier, que ya alcanza niveles de psicopatismo. Necio y obstinado, debe tener hijos albinos

Anónimo dijo...

Amigo monocromatico? Eso no es de Madagascar?

Anónimo dijo...

Destaco la capacidad del arquitecto para producir obras de gran envergadura sin necesidad de "pirotecnia" multicolor.

Anónimo dijo...

Ja, Ja, Ja. "En sus corbatas suele utilizar más colores que en sus obras" es la mejor frase que se haya escrito en el blog. Muy buena. Está tomando una veta muy particular este sitio, y me encanta!!!

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