jueves, 26 de junio de 2008

La Verona, el Estudio Navegante de Ralph Erskine


A mediados de los años 50 y debido a la expansión de la oficina, el excéntrico arquitecto compró una vieja embarcación que acondicionó como estudio. La “Verona”, amarrada en Drottningholm, tenía lugar para diez tableros, una mesa de reuniones en el castillo de proa y la oficina de Erskine, simbólicamente, en la cabina del capitán, el único gesto “jerárquico” en una oficina que, por el contrario, estaba organizada por equipos pequeños y autosuficientes, y donde predominaban las ideas cooperativas. La oficina funcionaba como una “gran familia”, facilitada por el hecho que muchos eran jóvenes, solteros, idealistas e inmigrantes como el propio Erskine. Su socio y “mano derecha”, el danés Aage Rosenvold (quien dio algunas conferencias en Buenos Aires durante la expovivienda en noviembre de 1986) era el encargado de interpretar las audaces (y a veces poco prácticas) ideas de su socio en “ladrillo y mortero”, como dice Rosenvold.
En una sociedad donde la separación entre familia y trabajo es casi total, el equipo Erskine constituía un mundo aparte. En los veranos partían hacia Ragö, una isla cerca de Nyköping, junto con borradores, tiralíneas, lapiceras, esposas e hijos. La Verona amarraba cerca de la casa de un pescador que servía como “oficina base en tierra”. Las familias de los arquitectos se alojaban en cabañas cercanas y compartían las largas jornadas de trabajo; se interrumpían durante una pausa para el almuerzo, seguido de largas discusiones (o monólogos de Erskine, quien aparentemente nunca se contagió de la obsesión por el tiempo de los suecos).

Durante trece años, eran a la vez las vacaciones y el período más creativo del equipo.
1- Verona, barcaza del Támesis construída en 1905 y remodelada como estudio en 1955

2- Clare Hall, Cambridge, 1968-1969

Extracto de la nota “Ralph Erskine, retrato con entrevista”, escrito por Liliana Blaustein y publicado en la revista “summarios” nº121 titulado “Ralph Erskine, Un nuevo Humanismo”, enero-febrero de 1988.

Editado por el arq. Martín Lisnovsky

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Increíble! Sin Internet, dibujando con tiralíneas en un barco que se balancea irregular y constantemente, sin, me imagino, una provisión indefinida de papel, ni teléfono supongo...¿cómo hacían?.

Roxana Escolar dijo...

quisiera ver planos de ese estudio, donde los podre conseguir?

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