jueves, 16 de septiembre de 2010

Internacional, Nacional y Regional: La Diversidad de una Nueva Tradición


Tras periodos de drástica innovación en la historia de las formas, no es insólito que haya una fase de reflexión en la que se asientan los mitos fundacionales, se consagran las líneas de descendencia y se enuncian pretensiones de universalidad. Algo de esto ocurrió en la arquitectura moderna en la década de 1930, cuando se formularon varias reseñas que contribuyeron a que el movimiento se entendiese (y se malentendiese) a sí mismo. Inevitablemente, las primeras versiones reproducían parte de la retórica que los mismos arquitectos modernos habían usado para promocionar y defender su propia obra; también inevitablemente, reflejaban las inclinaciones, las fidelidades e incluso las situaciones geográficas de sus autores.
La elaboración de linajes para la arquitectura moderna difícilmente podía ser una operación neutral; de hecho, era un ejercicio sumamente apasionado de selección retrospectiva que se basaba tanto en las preferencias personales como en las teorías (en su mayoría no declaradas) sobre la naturaleza del desarrollo histórico.
Mientras algunos autores reiteraban las explicaciones 'funcionalistas' de la nueva arquitectura, otros preferían concentrarse en cuestiones de forma. En un libro con el título ligeramente engañoso de Gli elementi dell'architettura funzionale (1932), Alberto Sartoris contribuía en realidad al debate sobre el estilo, mientras que Emil Kaufmann (en Von Ledoux bis Le Corbusier, 1933) desarrollaba la noción de unas continuidades clásicas de largo alcance dentro de la arquitectura moderna, aludiendo incluso a la posible existencia de valores arquitectónicos 'autónomos' que trascendían el tiempo.
Hitchcock y Johnson (1932) se centraban en los rasgos generales de lo que creían que era un 'Estilo Internacional', mientras que Walter Curt Behrendt (en un libro titulado, significativamente, Modern Building, its Nature, Problems and Forms, 1937) hacía hincapié en la relevancia social de la nueva arquitectura: lo que llamaba «la identidad entre la forma y el contenido de la vida».
Las ideas sobre la genealogía de la arquitectura moderna también variaban. El libro de Pevsner Pioneers of the Modern Movement (1936) ponía énfasis en el rechazo del historicismo y en un compromiso moral con la calidad del diseño arquitectónico que se extendía desde William Morris hasta Walter Gropius. The Brown Decades (1931), de Lewis Mumford, ofrecía una visión menos eurocéntrica y encontraba una corriente norteamericana de autenticidad que pasaba por Olmsted y Richardson para llegar a Sullivan, Root y Wright; y Giedion (al menos en sus escritos iniciales) trazaba una línea directa desde la era de los grands constructeurs en hierro y vidrio, hasta las estructuras de hormigón armado, las transparencias y los volúmenes flotantes de la arquitectura de su propia época.
En los escritos de Giedion de los años 1930, el siglo XIX aparecía como una época dividida; y la arquitectura moderna, como la resolución y síntesis de las contradicciones y antítesis anteriores. Los creadores individuales, como Le Corbusier o Mies van der Rohe, tenían su sitio en un proceso histórico casi evolutivo. El esquema resultaba excluyente y dejaba poco espacio para el 'expresionisrno' de Mendelsohn o para el 'romanticismo' de las casas californianas de Wright en la década de 1920. Se hacía caso omiso de las influencias regionalistas o clasicistas en la formación y el posterior desarrollo del selecto elenco de los 'maestros modernos'. Se minimizaban las tradiciones nacionales, y una figura como Aalto surgía como una especie de representante de la abstracción biomórfica. Giedion tenía poco interés en la Unión Soviética de los años 1920, y para él la arquitectura moderna italiana de los años 1930 era prácticamente tabú; este autor tendía a ver la cuestión de la arquitectura moderna de un modo transnacional o pancultural. En el momento de redactar Space, Time and Architecture (1941), se dio cuenta de que los ideales con los que se identificaba estaban en peligro de extinción en Europa. Tal vez con un ojo puesto en los Estados Unidos, ya estaba preparado para presentar la arquitectura moderna en términos deterministas, por no decir hegelianos, como la inevitable expresión 'verdadera' del incipiente espíritu de la era moderna.
Internacional, nacional y regional: la diversidad de una nueva tradición (extracto)
William J. C. Curtis. La Arquitectura Moderna desde 1900. 3º Edición, Londres 2006, Phaidon
Seleccionado por el arq. Martín Lisnovsky

1 comentario:

santti dijo...

La historia así escrita parece un juego, un rompecabezas con múltiples interpretaciones que en este texto encajan en armonía. Que interesante!

Creo que la arquitectura en ese entonces quiso esculpirle un piso al hombre. Y hoy habiendo caminado sobre una base firme se empiezan a entender las posibilidades de la razón; con la impalpable tecnología de las comunicaciones, la globalizacion, youtube, blogs, facebook, se hizo presente un enorme cerebro mundial que ejemplifica el futuro.
Viendo la arquitectura contemporánea pienso que en sus formas quiere expresar y liberar ese poder de la mente.

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