martes, 11 de septiembre de 2007

Vers une architecture, Le Corbusier 1923


Introducción
Quisiera, en primer lugar, hacer dos aclaraciones sobre mi relación con el maestro. La primera es que, y no debo ser el único con ese estigma, la Facultad me saturó de Le Corbusier. Luego de un primer año donde estaba presente en las teóricas y los prácticos, y donde cerca estuvimos de prenderle una vela a diario, como si fuera nuestro Lar Familiar, tuve la oportunidad de visitar ingenuo y entusiasmado, algunas obras en París en el invierno de 1990. Recuerdo con el libro 'Mensaje...' en la mano, encontrarme con la exquisita maison La Roche y la sobrevalorada Ville Savoie (bastante inferior en ideas y resultados que la Villa Stein en Monzie, que es cronológicamente anterior). Pero luego tanta reiteración me cansó y me opuse a investigar y analizar minuciosamente muchas de sus obras. Ha sido en los últimos años de universidad, un lejano y tibio referente. Con el tiempo lo fui redescubriendo y terminó venciendo sobre mis defensas, que es, quizás, la manera en que mejor uno valora las ideas. La segunda aclaración es que, en esos oscuros períodos de velo negro, gran parte de su obra inicial
escrita, ha llegado a mi por el tamiz de terceros, como por ejemplo el capítulo entero dedicado por Reyner Banham en Theory and Design in the First Machine Age, de 1960. Era suficiente con estos textos… ¿Para que leer los escritos primarios donde como un pastor en púlpito permanentemente repetía hasta el hartazgo las mismas frases con aires mesiánicos? ¿Por qué, si las críticas y el devenir de la profesión desde la lejana década del 50 pusieron en crisis aquellas propuestas? Gracias a la excelente colección de textos de la editorial El Croquis, a mediados de los noventa, retomé sus lecturas de primera mano, y descubrí muchas cosas que me estaban ocultas. Los ocho libros de sus obras completas son un cofre que señalan, hoy, infinidad de caminos posibles. Cuando la semana pasada encontré en la librería las reediciones de Hacia una arquitectura y Precisiones, las tomé con el entusiasmo de un niño. El maestro a vencido mis desconfianzas y mis saturaciones, y extrañamente debe ser el arquitecto más nombrado en el blog, para mi tremenda sorpresa, que lo desestimé durante tantos años. Les dejo entonces la reseña del libro de 1923 y en breve prometo el que se refiere al viaje por nuestras tierras. Y ya saben, duden y cuestionen a los grandes arquitectos para encontrar en sus proyectos nuevos niveles de aprendizaje.

Hacia una Arquitectura
Todo lo que dicen sobre el texto los libros de historia y crítica son, en gran parte, ciertos. Hay imágenes de silos, fábricas, puentes, paquebotes, aviones, automóviles, máquinas, algunos con capítulos enteros dedicados –titulado ojos que no ven- y en comparación con fotografías del Partenón. Y también hay mucha arquitectura. Se describen los proyectos de la primera mitad de la década acompañados de sus fundamentos y realzando sobremanera la genialidad de la idea, algunas ya realizadas por otros arquitectos. Pero en buena medida se habla de historia. No se la niega enfáticamente, como subrayan algunos, sino que se hilvana un desarrollo lógico resaltando las constantes imprescindibles de los edificios del pasado. Lo que se niega es la falsa embriaguez de la catarata epidérmica de los hijos de los estilos neo. De la misma manera que sostendríamos una charla hoy sobre el pastiche revival que se mal-colgó del nombre Posmodernista. Las referencias son específicas, máquinas y edificios tienen nombre propio: El Aquitania, el Lamoriciere, el Flande, el Goliat Farman y el Triplano Caprioni, e inclusive el Hidrotricelular Caproni, de formas curvas…”cómo se crean los organismos plásticos, con la sola instigación de un problema bien planteado…”. Notre Dame de París, Versalles, Santa Sofía de Constantinopla, la Villa Adriana y el Coliseo. Se resaltan las cualidades de los ejes generatrices, las proporciones, los ritmos y la articulación de las partes. Sus organizaciones funcionales y sus principios constructivos, con plantas-axonométricas vistas desde abajo como nos acostumbró Auguste Choisy. No niega la historia, selecciona virtudes, aquellas que deben incorporar los procesos industriales. Y ejemplifica dichas ideas con los proyectos en desarrollo. Una lección de un momento de crisis. Tomen la última revista dedicada a la arquitectura que consiguieron, seguramente acompaña las novedades de proyecto con debates teóricos, referencias a innovaciones tecnológicas, a la naturaleza y a la historia arquitectónica del problema. Una línea directa las une.
Su lectura debe ser obligatoria. La razón principal de dicha afirmación es que, para nosotros, vers une architecture constituye uno de los punto-base de referencia desde donde se inician los nuevos sueños aún por construir; con la misma fuerza que LC transmite cuando nombra una y otra vez el Partenón para afirmar los principios para una nueva arquitectura.
Les dejo las dos vapuleadas frases del maestro en su contexto. Aunque si nuestra profesión es el juego de volúmenes bajo el sol, la facultad duraría sólo un mes y si la casa es una máquina de habitar…¿para qué apela siempre al arte y a la sensibilidad en sus textos?

“…La arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes reunidos bajo la luz. Nuestros ojos están hechos para ver las formas bajo la luz: las sombras y los claros revelan las formas. Los cubos, los conos, las esferas, los cilindros o las pirámides son las grandes formas primarias que la luz revela bien: la imagen de ellas es clara y tangible, sin ambigüedad. Por esta razón son formas bellas, las más bellas. Todo el mundo está de acuerdo con esto: el niño, el salvaje y el metafísico. Es la condición esencial de las artes plásticas. La arquitectura egipcia, griega o romana, es una arquitectura de prismas, cubos y cilindros, triedros o esferas: La pirámide, el Templo de Luxor, el Partenón, el Coliseo y la Villa Adriana…”
“…La casa es una máquina de habitar. Baños, sol, agua caliente, agua fría, temperatura a voluntad, conservación de los alimentos, higiene, belleza mediante la proporción. Un sillón es una máquina de sentarse, etc. Maple ha mostrado el camino. Los aguamaniles son máquinas de lavarse: Twyford los ha creado. Nuestra vida moderna, toda nuestra actividad...ha creado sus objetos: su traje, su estilográfica, su máquina de escribir, su aparato telefónico, sus admirables muebles de oficina….la máquina de afeitar Gillette y la pipa inglesa, el sombrero hongo y la limousine, el paquebote y el avión…”

Le Corbusier, Hacia una Arquitectura. Barcelona, 1998, Ediciones Apostrofe
Texto Original: Vers une architecture, París 1923. Compilación de artículos escritos para la revista L’Esprit Nouveau, publicados entre 1920 y 1925
Editado por el arq. Martín Lisnovsky

4 comentarios:

Anónimo dijo...

100% de acuerdo. Esta compilacion de el nuevo espiritu no ha perdido en sustancia, vigencia alguna. Y realza la historia, no la niega!!! Divertido el comentario

Anónimo dijo...

Encontre siemrpe los textos de LC tediosos, repetitivos y aburridisimos. Pero le dare una chance mas por tu entusiasmo. Enviaré mis comentarios luego!!!!!!

Anónimo dijo...

Ese dibujo de Le Corbusier explica todo!! Colosal

Anónimo dijo...

Koolhaas y Toyo Ito pueden tener textos jugosos, pero no alcanzan a Le Corbusier, Rossi y Venturi, lo mejor delsiglo XX. Vers une architecture es el manual de la decada del veinte, asi como La Nueva Vision lo es de alli en adelante

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