La arq. María de la Paz Molinari se ha sentido dolida por la nota sobre el defectuoso detalle reconstruído del Pabellón de Barcelona de Mies. Es por ello que nos envía nuevas imágenes que no modifican lo expresado anteriormente pero sirven como apoyo moral a la carrera del Maestro. Que las disfruten! Escrito y Editado por el arq. Martín Lisnovsky
2 comentarios:
Anónimo
dijo...
Que no se enoje María de la Paz, que para finalmente consideremos un templo moderno al pabellón hay que crucificar a la escultura. Los Dioses también se equivocan...de lo contrario no tendríamos un mundo como el que tenemos.
...Es curioso lo que ocurre al recorrer el Pabellon de Barcelona, diria que es casi magico. Si no nos apresuramos por adentrarnos en su mundo, nos daremos cuenta del valor que tiene alejarnos y reconocerlo de manera frontal, casi como si fuera una pintura, una figura de aquel fondo verde y natural. El Pabellón logra recortarse, y sus delicados paneles enfatizan la horizontalidad que le es propia. Una vez dentro, comenzamos a recorrerlo con el respeto que merecen esta clase de obras...y es curioso observar como todos los visitantes tratan de mantener el orden propuesto, nadie habla en voz alta, el caminar es respetuoso, y si sacamos fotografias intentamos no arruinar la toma del otro, asi como el otro se retira de nuestro cuadro para poder generar la foto soñada, pura, involuta.... El Pabellón en si mismo se presenta y nos invita a quedarnos el tiempo que necesitemos para poder contemplarlo.Como es de suponer en un primer momento nos veremos absorvidos por el espacio en general, el recorrido,las vistas...pero a medida que la primera emocion decanta, comenzaremos a recortar los detalles...y segun tengo entendido Dios esta en los detalles.
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Que no se enoje María de la Paz, que para finalmente consideremos un templo moderno al pabellón hay que crucificar a la escultura. Los Dioses también se equivocan...de lo contrario no tendríamos un mundo como el que tenemos.
...Es curioso lo que ocurre al recorrer el Pabellon de Barcelona, diria que es casi magico.
Si no nos apresuramos por adentrarnos en su mundo, nos daremos cuenta del valor que tiene alejarnos y reconocerlo de manera frontal, casi como si fuera una pintura, una figura de aquel fondo verde y natural.
El Pabellón logra recortarse, y sus delicados paneles enfatizan la horizontalidad que le es propia.
Una vez dentro, comenzamos a recorrerlo con el respeto que merecen esta clase de obras...y es curioso observar como todos los visitantes tratan de mantener el orden propuesto, nadie habla en voz alta, el caminar es respetuoso, y si sacamos fotografias intentamos no arruinar la toma del otro, asi como el otro se retira de nuestro cuadro para poder generar la foto soñada, pura, involuta....
El Pabellón en si mismo se presenta y nos invita a quedarnos el tiempo que necesitemos para poder contemplarlo.Como es de suponer en un primer momento nos veremos absorvidos por el espacio en general, el recorrido,las vistas...pero a medida que la primera emocion decanta, comenzaremos a recortar los detalles...y segun tengo entendido Dios esta en los detalles.
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