miércoles, 24 de octubre de 2007

La arquitectura referencial, la maldición de Venturi y la irreverencia de Koolhaas



Desde que algunos razonamientos intelectuales permitieron incorporar parte de las magníficas elaboraciones del período clásico, despojándolas de alma y vida -esto es sin relación a su tiempo, su contexto y su tecnología-, volutas, tímpanos, frisos y columnas estriadas han quedado convertidos en sonámbulos que aterrorizan desde espectrales fachadas.
Cuando Venturi incorporó burlas a la estructura de la simetría y elaboró collages con los elementos del pasado, a más de un “heredero de la modernidad” se le aceleró el pulso y tuvieron que pasar mucho té de tilo y sesiones de Terapia Primal (ver a Arthur Janov y su amigo Lennon) exorcizando demonios en diferentes escritos para diferenciarse moralmente. Desprovistos de todo significado contextual y constructivo, el remedo visual queda a merced de matemáticos juegos de proporciones y de estética.

Hace poco más de 15 años una casita amanecía prepotente en el barrio de Saint Cloud en París, demostrando esa rara mezcla entre habilidad, teoría y conocimiento histórico: la Villa Dall’Ava, proyectada por el equipo de OMA liderado en la figura de Rem Koolhaas. Aquí aquellos cuyos nervios se habían deshilachado enaltecían al nuevo maestro dejando sus manos rojas de aplausos y llorando de una emoción similar al reencuentro de la madre con su hijo 2 décadas después. Inundaron los textos con analogías tecnológicas, que aparentan ser tan actuales como la última tecnología pero no hacen más que confundir.


Si Venturi y sus amigos blasfemaron al Partenón, al Panteón y a todo el Barroco en sus proyectos..¿por qué no se sugiere lo mismo con la irrespetuosidad expuesta hacia ejemplos clásicos modernos como la ville Savoie y la casa Tugendhat? Descuartizadas ingresaron a la licuadora contemporánea y vieron nuevamente la luz reencarnadas en una destacada estructura. La reelaboración, la referencia irónica y el despojo de significado son primas hermanas que van de la mano y cuyos límites de comprensión muchas veces se entrecruzan, quedando a merced de los buitres que sobrevuelan en cualquier subjetividad.

La exquisita espacialidad del Piano Nóbile de la casa de Mies, sus ventanales móviles, el basamento pesado, sus paredes revestidas artesanalmente en materiales de imbatible calidad se encuentran con total honestidad en esta casita. Pero la famosa curva del comedor convertida en un biombo acanalado translúcido ya es un poco agresivo. La rampa que cose los niveles, la ventana apaisada, la corpórea atectonicidad nos retrotraen al corazón de la villa en Poissy, ahora bien, sus pilotis extra-esbeltos inclinados y de colores, atravesados por un sendero digno de una promenade entonada con alcohol es irrespetuosa. Ni hablar del cerco curvo de alambre rojo en el verde de la alfombra-cesped de la terraza coronada por el dios del jardín –la pileta- en el nivel superior.
Alejados se encuentran también del tono monocromático que domina el plano principal de la villa corbusierana (ni la verde planta baja y ni la rosada azotea);
la personalidad de los materiales de Mies cobran nuevos bríos conformando un festín de la imaginación aplicada al carácter de un proyecto. Las variantes pedagógicas de las escaleras de Poissy son aquí una universidad, inclusive la rampa se transforma en un espacio lleno de vida.

Hay varias referencias a otras obras de los mismos maestros, como la fresca espacialidad interior de la casa Farnsworth con su mueble organizador y lazos indudables con la casita platense Curutchet, con quien se comunica amablemente en la fragmentación programática, su postura frente al terreno, el carácter del acceso y un gesto de la cubierta presente en la maqueta de la Dall’Ava que fue luego eliminada.

Es un proyecto peligroso al ubicarse en esos límites donde las referencias al pasado permiten liberar el inconsciente. ¿Sería mejor proyecto si no existiesen las conexiones visibles con nuestro período clásico-moderno? Ciertamente NO, es parte inherente de su concepción. Lo mejor es comprender la estructura claramente Posmoderna y Manierista, y ubicarla en comparación con, por ejemplo, la casa de Vana Venturi, uno de los referentes obligados de la complejidad y contradicción observadas en nuestra época.
La pregunta es entonces hacia donde la creatividad se podrá despojar de su pasado, o de una obligada posición vanguardista, artificial e inconsistente, que parece exigir el momento de cambio de siglo que nos toca vivir.

Imágenes tomadas de la Web, podrían tener derechos.
Editado por el arq. Martín Lisnovsky

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero que mezcla de referentes has utilizado en este escrito!! Una coctelera muy imaginativa. Segun recuerdo algunos críticos tuvieron una vision parecida a la tuya, creo que falto explicitar en el texto tu valoracion de la casa, me imagino por tus teóricas que la consideras una verdadera maravilla de fin de siglo, a pesar de sus lazos. Muy divertido

Anónimo dijo...

Buena observacion. Es como un juego, a ver quien encuentra referentes dentro de esta casita, que la verdad esta buenisima por la magia que crea

Anónimo dijo...

Me parecio un articulo original y muy divertido, pero seria bueno que se haga incapié en la calidad de los detalles, que es sumamente alta, inclusive en niveles mas altos y complejos que los de Mies, ni que hablar de Lecorbu. COmo decis por ahí, es un festival aplicado de materiales, y eso gracias a las imaginacion y calidad de sus detalles. Saludos

Anónimo dijo...

Fijense en las fotografias y veran unos detalles tan poco ortodoxos y "sucios" que alarmarian a cualquier docente de diseño, la medianera de hormigon con los frentes de chapa acanalada son un ejemplo de la pegatina digna de un collage confuso que representa la concepcion de esta casa

arq. Martín Lisnovsky dijo...

Releyendo el texto días después descubrí un importante error: Donde se refiere a otras referencias de los mismos maestros la casa de Mies era la Farnsworth y no la Tugendhat, de la que ya se mencionaba anteriormente. Perdón y gracias, seguimos trabajando para usted.

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